
Eres la vida cantando
de la sonrisa a los pies;
la de mi claro alborozo,
la del color de mi fe,
la que me vuelve suspiros
como quien va a florecer,
la de la dulce mirada
que representa mi ley,
la de mil veces amarte
por sólo verte una vez;
la del estero con garza,
la del retoño sin sed,
la de los pozos llovidos
donde los cielos se ven;
la del humito caliente
que hace volar el café;
la del novillo en el lazo,
la del pescado en la red,
la del joropo enlunado
para que salten los pies.
Eres la lluvia cantando
sobre el país de merey;
la de la palma con aire,
la del amor sin desdén,
la que se pega a mi vida
como el lucero al jaguey
y que mis penas sacude
cuando las mira crecer;
la del cantar andariego,
la del gallardo vaivén.
La que, si dichas me vende,
dichas me cobra después;
la de mi muda alegría,
la de mis voces también,
la que retoña los sueños
con el olor de su piel,
la que me vuelve suspiros
como quien va a florecer.
eres la vida cantando
de la sonrisa a los pies.
de la sonrisa a los pies;
la de mi claro alborozo,
la del color de mi fe,
la que me vuelve suspiros
como quien va a florecer,
la de la dulce mirada
que representa mi ley,
la de mil veces amarte
por sólo verte una vez;
la del estero con garza,
la del retoño sin sed,
la de los pozos llovidos
donde los cielos se ven;
la del humito caliente
que hace volar el café;
la del novillo en el lazo,
la del pescado en la red,
la del joropo enlunado
para que salten los pies.
Eres la lluvia cantando
sobre el país de merey;
la de la palma con aire,
la del amor sin desdén,
la que se pega a mi vida
como el lucero al jaguey
y que mis penas sacude
cuando las mira crecer;
la del cantar andariego,
la del gallardo vaivén.
La que, si dichas me vende,
dichas me cobra después;
la de mi muda alegría,
la de mis voces también,
la que retoña los sueños
con el olor de su piel,
la que me vuelve suspiros
como quien va a florecer.
eres la vida cantando
de la sonrisa a los pies.
Ernesto Luis Rodríguez
Venezolano
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