La vida es bella

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lunes, 10 de agosto de 2009

El arte de ser familia


Decíamos en el primer tema que la llamada a ser familia implica un aprendizaje, pues nadie nace sabido. Si, hay un “cierto aroma familiar” y una “cierta fuerza de sangre” que vincula y hacen que duelan, por el amor, los de la familia, y el dolor une. Pero más allá de eso es preciso aprender un “funcionamiento familiar” en la practica de ciertos “requisitos” fundamentales en la vida de pareja y de familia.

Comunicación, Solidaridad, Transigencia, Cooperación serían algunos de esos “elementos” sin los cuales no puede funcionar adecuadamente la vida conyugal y familiar, haciendo su practica, artesanos de lo hogareño a sus miembros.

Comunicación, partiendo del supuesto de que ninguno de los integrantes del núcleo familiar es adivino, la primera exigencia es expresarse, comunicarse mutuamente, deseos, necesidades y sentimientos para que haya entendimiento y convivencia armonioso, así como relaciones plenamente satisfactorias, de forma que no se cree la tentación de buscar fuera del hogar lo que a menor costo social y personal allí se tiene, y de menor calidad, cosa, lamentablemente muy común, aunque no justificable.

Puede suceder que alguno de esos miembros tenga “formas especiales”, por no decir traumáticas, de comunicación, y así lo suyo sea “dar pistas”, no siempre inteligibles que fuerza a los demás a ser adivinos, cosa no siempre asequible y que suele generar tensiones y hasta sentimientos de incomprensión, con lo que volvemos a lo anterior.

Cooperación, no todos lo podemos todo, pero todos podemos algo, así que a poner todos lo que podemos para que eso funcione mejor. Es decir: hay que cooperar. El funcionamiento del hogar no tiene dos puntas de eje: las espaldas de mamá y los bolsillos de papá. A Dios gracia, todos tenemos dos manos, un cerebro, un corazón….., pues a unir cerebros y corazones que motiven todas las manos, y como unas son buenas para lo uno y otras para lo otro, esas casas van a quedar como tacitas de plata, donde nadie se siente sobrecargado por la inconsciencia de algún “vivo” y nadie se sienta explotado, o inútil o inutilizado. Ni los estudios ni el trabajo fuera del hogar debieran ser carnet a mostrar cuando en casa se necesita echar la manito o poner el hombro a la cosa común, y no como excepción, sino como tarea de cada día.

Solidaridad, no es sólo aunar esfuerzos, cooperar, sino también exponer opiniones y asumir decisiones de consenso. Para que la vida familiar discurra por cauces democráticos, por donde quieren y deben discurrir los humanos hoy; en el respeto debido a cada persona, habrá que sentarse toda la familia alrededor de la mesa, exponer criterios y opiniones libremente y tomar decisiones solidariamente, en todo aquello en que está en juego el bien común. Esto no es negar o disminuir la autoridad del padre o de la madre o ambas, sino dar, repartir, cuotas de responsabilidad en lo que es patrimonio común.

Es este sentido, o en esta dinámica, habrá circunstancias en que se tenga que apelar a soluciones negociadas con pérdida de alguna baza para poder ganar la partida, por el bien de todos, sin pensar; siempre me toca a mí; ahora te toca a ti, después me tocará a mi.

Eso nos lleva a la necesidad de ser transigente y flexibles. Saber soltar y recoger el sedal a tiempo; abrir y cerrar la mano prudentemente; dosificar el sí y el no. Amar no es ni consentirlo todo ni mucho menos negarse todo. La intransigencia lleva al autoritarismo; el autoritarismo desemboca en individualismo; el individualismo se queda solo y el solo es débil y victima fácil de todo lo feo que se puede imaginar.

Bueno, cónyuges y familias, vamos a trabajar un poco nuestras relaciones intrahogareñas. Las familias no se diferencian por la cantidad y calibre de los problemas que tienen, “que si en tu casa se cuecen habas, en la mía a calderadas”, sino por la forma en que se afrontan y se buscan soluciones.


El entendimiento, la comprensión, la armonía, la felicidad, conyugales y familiares, están llamando a la puerta de tu corazón y de tu hogar. Ábrele y verás que bonito es vivir. El haber sido llamado a ser familia es un llamado a descubrir y disfrutar un misterio que tiene mucho de gracia y de divino.

Pbro. Esteban Jesús Líebana

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