Quisieron destruir a una bella flor

Deshojando la flor, de su dulce inocencia,
con reiterada conciencia, sin piadosa clemencia,
el dolor bien agudo, con crueldad se mantuvo,
placer que disfruta, el jardinero que estuvo.

Cada gota brotada, se tornaba en vertiente,
que llenaba vacíos, de su cuerpo viviente,
temblaba en sollozos, que amaba sin gozos,
sin incumbir al clemente, sus augurios fervientes.

Quisieron destruir a una bella flor,
deshojándola de su resplandor,
pero con todo el amor que le brotó,
resucitó nuevamente con arduo fulgor.

© Espe.