Como no leer este mensaje y no dejar plasmado en esta
vitrina el recuerdo que lo logré, el recuerdo que tuve que tener fe a la fuerza,
si a la fuerza, no tenía otra opción, ya con las pruebas que por mis manos ya habían
pasado, distinguidas con mis propios ojos, aviso en voz alta, clara y estremecedor,
evidencias que cualquier ciego o no creyente pudiera tener, explicaciones
claras por personas conocedoras de ese oscuro mundo. No, no tenía otra opción a
que recurrir, debía tener fe, pero eso de tener fe en Dios y su mundo divino no
era para mí, no era para nada ni mi fuerte, ni mi deseo, no estaba en mis planes; mi
mente lógica, racional, mi formación mayormente científica y mi poca creencia
me lo hizo sumamente difícil, así que tuve que obligarme a tener fe, y eso
hice, me obligue a tener fe, así que en el silencio de mi cuarto como en
bullicio de su festejo o en cualquier instante que pudiera aprovechar hice lo
que tenía que hacer para lograr lo que necesitaba obtener, y contra viento y
marea, contra pronósticos, a fuerza de voluntad, constancia y perseverancia sin
importar cuánto tiempo se requeriría, acompañada por mis grandes y verdaderos
amores, deje que mi fe fuera lo más grande, y así lo logré.
Así que si puedo dejar algo escrito aquí en esta vitrina que todo el
mundo ve y te diga con certeza que realmente valdrá en demasía la pena, es: Deja
que tu fe sea lo más grande, más grande que tus temores, más grande que tus absurdos pensamientos,
más grande que cualquier otro anhelo, porque ella te demostrará a ti que Dios te
tiene muchas mejores cosas de las que tú mismo ni siquiera podrás creer y mucho
menos imaginar.
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