Van sucumbiendo mis murallas de dolor temeroso que recubren mi corazón desmoronándose lentamente ante el bombardeo de tu amor, y me dejo embelezar entre la magia de tus dulces palabras que como viento me envuelven tiernamente dejando en mi la sorpresa con la esperanza de un nuevo amanecer en el amor.
Tus letras, esas letras que se han ido convirtiendo minuciosamente en las vitaminas que cada día hacen palpitar mi corazón de alegrías.
Insistes, insistes que el amor existe, que no hay distancia ni discrepancias que lo inhiban, que en ti nació para mi el día en que te vi, guardado como un tesoro que quieres para ti, así te haz convertido en mi remedio que en cucharadas de ternura recubren las viejas heridas que algún día dejaron al irse los amores vencidos.
Y sale la artillería de letras comandada por la desconfianza previniendo un nuevo lamento atacando sin consentimiento, alejando los nuevos amores desvaneciéndose las ilusiones con sus palpitantes corazones, y nuevamente quedo dormida entre mis letras detrás de las murallas reposando mientras el tiempo desvanece mis razones.
Espe.